Marcelo Saguier: “Hoy la legitimidad de los gobiernos depende cada vez más de la cuestión ambiental”
- Revolución Redactada
- 26 oct 2020
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Actualizado: 26 oct 2020
¿A qué futuro nos enfrentamos respecto al cambio climático? Hablamos con el especialista en Relaciones Internacionales y Ecología sobre lo que se viene para Argentina: humedales, el acuerdo con China y más.

La crisis climática se acerca a sus límites y reclama una transformación de las políticas hacia el desarrollo sustentable. En los últimos meses, caracterizados por la pandemia de Covid-19, Argentina fue protagonista en términos ambientales, pero no por buenas noticias. Desde febrero, la quema excesiva de humedales provocó incendios en 14 provincias. Ahora, se debate la posibilidad de firmar un acuerdo con China por la producción porcina de cerdos que traería nuevas consecuencias sobre los suelos.
Las discusiones sobre cambio climático suelen reducirse a los sectores que las investigan, pero en los últimos años el debate llegó a otro plano. Los jóvenes se destacaron como ejemplos a lo largo del mundo, desde la activista Greta Thunberg en Suecia hasta Bruno Rodríguez, integrante del movimiento Jóvenes por el Clima en Argentina. Uno de los principales reclamos se reflejó en el pedido por una Ley de Humedales que permita la protección y conservación de estos terrenos.
Estos espacios son zonas de tierra que poseen aguas subterráneas y superficiales que permiten que se inunden casi permanentemente. Son fundamentales por la gran cantidad de beneficios que brindan para la naturaleza y la salud humana: controlan inundaciones, protegen contra tormentas, depuran las aguas y mitigan el cambio climático.
Este reclamo por su protección vino de la mano de la redacción y publicación de un documento llamado “Hacia la conservación y uso sustentable de los humedales: aportes y reflexiones para el tratamiento de una ley de presupuestos mínimos”, firmado por una gran cantidad de investigadores y académicos miembros de la Universidad de San Martín. Entre ellos, se encontraba Marcelo Saguier, Director del Área de Estudios Internacionales de la Escuela de Política y Gobierno, e Investigador Adjunto del CONICET.

El movimiento ambientalista “Jóvenes por el Clima” en una protesta contra el cambio climático en la Ciudad de Buenos Aires | Foto: Jóvenes por el Clima Argentina en Twitter
–¿Crees que hay un conocimiento público sobre qué son los humedales?
–No. La gente no tiene idea de qué es un humedal. Ya de por si el grado de desinformación que hay, de no conocimiento, en realidad, es muy grande. Yo creo que desde el punto de vista de la comunicación hay un desafío muy grande para instalar el tema en la discusión pública y mostrar su relevancia.
–¿Y cómo pensás que se puede lograr eso?
–Concientizando que el humedal no es simplemente un terreno inundado con plantas y árboles, sino que recicla agua, la regula y aporta oxígeno. Ese es su punto de entrada para contar por qué son valiosos, por qué tiene sentido protegerlos con una ley, y poner en discusión qué es lo que la ley pretende hacer en relación a las actividades productivas que ocurren en los humedales.
–Y esas actividades generan problemas...
–En los humedales hay gente que tiene producción agropecuaria y que ese es su sostén de vida. El tema es que no hay ningún criterio para regular esas actividades para que no tengan un impacto destructivo sobre el ecosistema del humedal. Hay sectores que no quieren saber nada con que les regulen este espacio en el cual tienen intereses económicos y quieren seguir explotándolo de una manera que es insostenible.

La ganadería es una de las principales actividades que se realizan en los humedales | Foto: Wetlands International
En Argentina, los humedales representan el 23% de la superficie y se ubican principalmente en el noroeste del país. Sus suelos se encuentran en peligro debido a las principales actividades que se realizan en ellos: la agricultura, la ganadería, la pesca y, también, la construcción de barrios privados a través de la industria inmobiliaria. Su penetración en el terreno, principalmente de la ganadería, llegó a consecuencias tan grandes que, en 2020, los incendios intencionales que buscaban preparar los suelos para la producción generaron los focos de calor más altos desde el año 2008.
–Volvamos a la pregunta inicial. Si estos problemas son tan polémicos e importantes, ¿por qué se desconocen?
–Las personas de la ciudad vivimos en una burbuja en donde la naturaleza no existe y, si llega a existir, es solo como una cosa exterior que aparece en internet, mediada a través de productos que compramos. No tenemos una comprensión más orgánica, holística de las cosas que nosotros consumimos.
–¿Y qué es eso que consumimos?
–Alimentos, energía, o la basura que generamos. Nuestros modos de vida en la ciudad nos separan de los territorios donde se genera toda esa producción. Es una burbuja autorreferencial de donde es muy difícil salir y atraer a un público urbano a todas estas discusiones acerca de lo ecológico. ¿Por qué? Porque lo ecológico en la urbanidad está implícito en montones de cosas que no la vemos como parte de la ecología o, sino, quedan reducidas a una plaza.
Las personas de la ciudad vivimos en una burbuja en donde la naturaleza no existe.
–La naturaleza se reduce a una expresión de lo urbano…
–Claro. Los humedales también son una forma de infraestructura, pero nosotros asociamos infraestructura con puentes, diques, cemento, cosas fabricadas. Pero la naturaleza, los ecosistemas también ofrecen servicios y aportan cosas que están directamente ligadas con nuestro bienestar.
–Infraestructura con una función diferente a la urbana, ¿no?
–Son infraestructuras verdes que representan oxígeno, agua y fundamentalmente espacio. Ahora tenemos que estar todos encerrados y salir muy poco. Cuando salimos, ¿a dónde vamos? No hay suficientes plazas o espacios verdes en Buenos Aires para acompañar el contexto de la crisis sanitaria. Ahí es donde tener un humedal a dos pasos es importante.
–Más allá de la importancia ecológica, ¿tienen relevancia política los humedales?
–Argentina es signataria del Acuerdo de París del 2015 además de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, un acuerdo marco de las Naciones Unidas que tiene una pata ambiental y social. Nosotros necesitamos a los humedales para poder cumplir con los objetivos con los que el país se comprometió en avanzar a nivel global. El país puede prescindir de los humedales o hacerlos parte de su estrategia de política para el cambio climático.

Una sesión de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). En 2019 cumplió su 25avo aniversario | Foto: CMNUCC
El Acuerdo de París surgió en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). Su objetivo es disminuir la emisión de Gases de Efecto Invernadero en distintos países del mundo, y así reducir el calentamiento global y no alcanzar el límite de temperatura que volvería irreversibles a los efectos del cambio climático.
Argentina adhiere a este acuerdo y a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, donde se compromete a combatir el cambio climático a partir de una agenda de desarrollo. Tanto este acuerdo como los objetivos son herramientas internacionales fundamentales para lograr un compromiso a lo largo del globo.
Nosotros necesitamos a los humedales para poder cumplir con los objetivos con los que el país se comprometió en avanzar a nivel global. El país puede prescindir de los humedales o hacerlos parte de su estrategia de política para el cambio climático.
–Entonces, ¿sería beneficioso incluirlos en la estrategia política?
–Hay presiones por distintos lados para definir si los humedales pueden o no pueden ser parte de una estrategia para el combate del cambio climático. Y también hay una demanda política creciente. Un montón de personas esperan que los gobernantes, independientemente de su signo político, ofrezcan respuestas a la crisis ambiental. Pero hay otro ángulo de la discusión que lamentablemente no aparece.
–¿Cuál?
–Los acontecimientos diarios a nivel nacional y global ya de por sí son apabullantes, pero la cuestión ambiental representa un golpe tras otro. Hace poco estábamos presenciando la quema del Amazonas en Brasil y de bosques en Australia, California [en Estados Unidos] y ahora en Argentina. Y todas esas imágenes de incendios y destrucción son tremendas. Pero lo que está faltando son miradas que vayan más allá del fuego y la destrucción. Necesitamos una perspectiva que dé dos o tres pasos para adelante.
–¿En qué sentido?
–Que no alcanza solamente con la discusión sobre los daños que se generan, sino también sobre la reparación y restauración de esos daños sobre los ecosistemas. Y ese debate no está vigente aunque también sea parte de la política ambiental. Es la pregunta de qué vamos a hacer en frente a un cuidado del medio ambiente, por supuesto, por parte del Estado, pero también de la sociedad.
–¿Y qué se puede hacer desde la sociedad?
– Hay montones de iniciativas de reforestación, de gestión comunitaria y participativa de ecosistemas que tienen que ver con movilizar a la sociedad, donde no necesariamente participan las instituciones del estado, y que aun así me parecen extremadamente valiosas y ricas. A esas experiencias hay que darles visibilidad porque también es una manera de mostrar que no todo es incendios y destrucción, sino que también hay acciones maravillosas que son semillas para algo distinto.
–¿Crees que esa mirada puede involucrarse a la política?
–Ese es otro tema importante. El Acuerdo de Escazú es un acuerdo muy reciente y relevante que muestra esto.

Sesión donde Argentina ratificó el Acuerdo de Escazú con 240 votos a favor | Foto: La Izquierda Diario
El Acuerdo de Escazú o Acuerdo Regional sobre el Acceso a la Información, la Participación Pública y el Acceso a la Justicia en Asuntos Ambientales en América Latina y el Caribe, es un tratado internacional que actualmente tiene la firma de 23 países y cuenta con diez ratificaciones. Argentina fue de los últimos en ratificarlo, lo que fue de gran importancia: solo requiere de once ratificaciones para entrar en vigor. Su objetivo es establecer “derechos de acceso a la información ambiental, participación pública en los procesos de toma de decisiones ambientales y acceso a la justicia en asuntos ambientales”, entre otros.
–¿Por qué es importante?
–En Argentina hay mucha militancia en temas ambientales y climáticos. En otros países, donde hay una política mucho más predatoria en relación al ambiente, como Perú o Colombia, los conflictos que generan las actividades extractivas sobre las comunidades son mucho más violentos. De hecho, América Latina es la región del mundo con la mayor cantidad de asesinatos por año en relación a conflictos ambientales. El acuerdo lo que viene a hacer es generar un compromiso con el derecho internacional.
–¿Y qué cambiaría?
–Si es ratificado, será el único acuerdo en el mundo que busca crear un criterio común para regular a los países a la hora de generar sus políticas de participación pública en temas ambientales. Entre ellos, la disponibilidad de la información. Hoy en día los Estados no te dan información porque saben que es polémico. De la negociación con China por la producción de cerdos no hay información, solo hay un comunicado de Cancillería.
–¿Y respecto a la violencia sobre los activistas?
–Que generaría una responsabilidad y un mecanismo de respuesta de la Justicia especialmente en casos de violaciones a derechos humanos vinculadas a los conflictos ambientales. Ahí está la conexión entre la política estatal y la ambiental local: un instrumento de política extremadamente valioso y necesario en el marco de un acuerdo que unifica las distintas políticas nacionales.
América Latina es la región del mundo con la mayor cantidad de asesinatos por año en relación a conflictos ambientales.
–Últimamente se habla de un posible acuerdo con China para aumentar la producción y exportación de cerdos. Muchos ambientalistas se oponen a este acuerdo y hablan de que generaría problemas ambientales. ¿Crees que se va a llevar a cabo ahora que el Acuerdo de Escazú fue ratificado?
–Pensando en un futuro utópico, con un acuerdo ratificado que logre dar una discusión de cambio regulatorio en la Argentina, probablemente el proyecto de producción de cerdos sería incompatible, o se adecuaría a un proceso de decisión y discusión pública. El acuerdo abre el juego a la democratización del ambiente, porque genera condiciones de prácticas de derechos democráticos que hoy no están disponibles.
–Aunque esté ratificado, ¿puede fallar?
–Sí, los acuerdos no garantizan nada, sino que son una herramienta legal. Ningún acuerdo va a bajar a tierra si no se tienen fuerzas políticas y sociales locales. La capacidad que tienen los organismos internacionales para hacer cumplir algo en los países es muy escasa. Pero también hay un poder más blando e intangible que se relaciona con la reputación y el prestigio que también es parte de la discusión.
–¿Podrías desarrollar?
–Hoy la legitimidad y credibilidad de los gobiernos depende cada vez más, entre otras cosas, de la cuestión ambiental. La sociedad está cambiando y exige mayor claridad y definición del compromiso de todas las fuerzas políticas a no evitar el problema [del cambio climático], sino a tomar la agenda y demostrar con acciones.
–Pero esto recién empieza…
–Yo creo que todavía estamos en una situación adversa, queda mucho por delante. La presión social que hay sobre nuestros gobernantes y partidos políticos todavía es escasa y frágil. Esa es la apuesta desde el punto de vista de la comunicación: es fundamental para que haya una ciudadanía más activa que demande respuestas a nuestros políticos. Todavía no es suficiente, pero vamos en camino.
Es un trabajo muy valioso porque está lleno de información sobre todo para aquéllos que como yo desconocemos bastante sobre estos temas.
Logra transmitir de una manera sobria, lo dramático de las consecuencias del cambio climático, nos permite reflexionar y hacernos cargo de nuestras responsabilidades, dándonos así la posibilidad de hacer algo para reparar tanto daño generado. Somos nosotros, los integrantes de los distintos pueblos los que debemos cuidar y exigir de nuestros gobernantes el cuidado y respeto por la naturaleza y su natural equilibrio.
Este artículo de Ailén Vila es sumamente profundo e inspirador.