Margarita Meira: “Los prostíbulos son centros clandestinos de violación y tortura seguida de muerte”
- Revolución Redactada
- 29 mar 2020
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La casa de Margarita simboliza su identidad. En ella, condensa las dos organizaciones de su lucha de más de 28 años: un comedor y el grupo Madres Víctimas de Trata. Luego de la desaparición de su hija “Susi”, fundó las bases de este lugar de contención y ayuda a los familiares y víctimas de la trata con fines de explotación sexual. Busca la justicia que su hija no pudo conseguir, junto a otras madres que encabezan este centro de denuncia.
Hoy, en un cuartito en el barrio de Constitución, Margarita cuenta su historia, y la soledad de ser una mujer pobre en un Estado que le dió la espalda.
–¿Qué hizo que te conviertas en una luchadora por las víctimas luego de la muerte de tu hija?
–Me costó mucho. En el 91, cuando desaparece Susi, yo no sabía nada. Me crié en la selva de Misiones, apenas completé la primaria, así que cuando tuve que ir a la justicia y hablar con abogados, para mí fue muy difícil. Hoy somos 18 mamás en esta lucha porque todas queremos lo mismo: justicia para nuestras hijas, que se cierren los prostíbulos y que se rescaten a las pibas secuestradas. Porque no están con el novio, no se escaparon, están en los prostíbulos.
–¿Qué son los prostíbulos?
–Son centros clandestinos de violación y tortura seguida de muerte. Y tienen la complicidad de fiscales y jueces, que permiten que las entierren como NN. No quieren que se sepa que una chica está desaparecida. Para ellos, es igual que en la dictadura cuando decían que desaparecían a los hijos de las Madres de Plaza de Mayo porque eran subversivos. Ahora lo hacen con nuestras hijas porque dicen que son putas.
–¿Vos consideras que el Estado es cómplice?
–Sí. En mi caso, Susi estuvo secuestrada en Shampoo y Cocodrilo [Prostíbulos de la Ciudad de Buenos Aires] mientras yo la buscaba. Entonces pedí ayuda, y me contaron que existía la SIDE [Secretaría de Inteligencia], que eran las personas idóneas para encontrar a una persona desaparecida, así que fui ahí. Me atendieron Stiuso [ex director general de Operaciones] y Raúl Martins [ex agente de la SIDE]. Me decían que la iban a encontrar. Yo confiaba en el estado.
–¿Y cumplieron?
–No, porque luego me dijeron que no iban a buscarla más porque ella tenía 17 años y “sabía lo que hacía”. Me designaron un comisario que amenazó con desaparecer a mis hijos. Y cuatro años después, mi pareja se entera en el trabajo, y me cuenta, que Susi estaba muerta.
–¿Qué había pasado?
–La encontraron en un departamento, embarazada, quemada y golpeada. Hicieron pasar que se asfixió con el gas. Estaban planeando la desaparición del cuerpo. En este negocio saben hacer la muerte.
–¿Qué ocurrió con la causa de tu hija?
–No se hizo nada. Stornelli, Bonadio, Petiquiani, Comparatore, Iurzún, todos ellos la tuvieron. Miraban el expediente y se lo pasaban a otra persona, entonces nunca se hacía justicia. Es lo que suelen hacer con las pibas desaparecidas porque son pobres. Ellas son las principales víctimas.
–¿Cuál fue tu forma de buscar justicia?
–Mi marido empezó a estudiar derecho y yo me empecé a juntar con otras mamás. Ahí me di cuenta que la justicia la hace el pueblo. Como decía mi marido: hay que ponerse la pechera e ir a tribunales. Esa es un poco nuestra lucha, y por una ley contra la trata.
–Pero ya hay una ley…
–Es una basura. Se votó en contra de las víctimas, a pedido de las proxenetas de AMMAR [Asociación de Meretrices Argentinas, que piden por la legalización de la prostitución]. Permitía que las mayores de edad pudieran estar en un prostíbulo. Nosotros hicimos corregir esa ley, porque si allanás, las pibas van a decir que están ahí porque quieren, aunque eso sea ilegal. Recordemos que Argentina es firmante de tratados de derechos humanos y trata. Con nuestra denuncia, ahora ni siendo mayor ni menor podés entrar en un prostíbulo.
–¿Por qué decís que en AMMAR hay proxenetas?
–Son empleadas de los prostíbulos, ellas entran con la excusa de repartir preservativos, pero en realidad van a cobrar coimas, y no ayudan a las pibas. Miren sus testimonios. Ahora en Mar del Plata van a juicio porque tenían una cooperativa de prostíbulos de donde se escapó una chica que tuvo el coraje de denunciarlas. Tienen 8 oficinas en todo el país de las cuales 4 están procesadas. Ellas están cometiendo un delito y siguen engañando a nuestras pibas.
–¿Por qué engañando?
–Porque en Argentina podés ser prostituta. Yo me puedo parar en la esquina y prostituirme. Lo que está prohibido es que una organización les cobre y que haya un fiolo que les saque plata. ¿Qué es lo que quieren si no está prohibido estar en la esquina? No se puede reglamentar lo que está permitido.
–¿Sentís que hay personas del poder que están encubriendo el negocio?
–Sí. Personas como Ritondo que, cuando yo buscaba a mi hija, trabajaba en el Ministerio de Justicia me cerró la puerta en la cara. Y Servini [jueza argentina], que cajoneó la denuncia de Lorena Martins a su padre. Lorena fue la que denunció, que él era el dueño de los prostíbulos donde había estado Susi. Y había evidencia: fotos y un listado de chicas con sus DNI, direcciones, teléfonos, todo escrito con la letra de Raúl Martins… Se me cayó el mundo. Ahora está prófugo en Cancún con su socio Gabriel Conde.
–¿Y qué pasó con sus prostíbulos?
–Shampoo está cerrado. Nosotros queremos usar el edificio para poner a las víctimas que rescatamos porque ya no tenemos más lugar acá. Porque si se las damos a Zaida Gatti [Titular del Programa Nacional de Rescate y Acompañamiento a las Personas Damnificadas por el Delito de Trata], las entrega nuevamente al prostíbulo bajo amenaza. Tenemos dos casos así en Madres, como el de Nora, y estamos denunciando a la Sra. Gatti.
–¿Qué le pasó a Nora?
–Se había escapado de un prostíbulo. Zaida Gatti inventó que se fue con el novio y la devolvió. Pero Nora le robó el celular a un cliente y me llamó para que la vayamos a buscar a la estación de tren de Caballito. Cuando la rescatamos, venía corriendo a nosotros en bombacha, corpiño y con unos tacos altos. Atrás había unos hombres armados persiguiéndola.
–¿Cómo pensás que se puede revertir esto?
–Queremos que los tratados se apliquen. Queremos capacitar a todas las mujeres del país sobre qué es la trata y quiénes son nuestros enemigos. Porque la prostitución y la trata son lo mismo, lo dicen los psiquiatras y los tratados. Acá hay cuatro nenas con esquizofrenia. Ahí me quebré del todo, porque entonces los jueces, AMMAR y el gobierno están enfermando a nuestras niñas, porque las vamos a rescatar y terminan internadas en psiquiátricos. Yo pensé que era casualidad, pero no. El psiquiatra me dijo el 80% de las nenas víctimas de trata tienen esquizofrenia.
–¿Cómo se puede hacer para parar este negocio?
–Informarse y visibilizar. Esto es de a poco, porque no tenemos prensa. Fijate que yo recibí el premio de la Mujer del Año de Italia por mi lucha, y en Argentina cuando llegué me tirotearon la casa, repetidas veces. Hay que trabajar, que venga mucha gente, que nos escuchen. Hay que entender que ninguna mujer está en un prostíbulo por su voluntad. Acá el Estado dice que sin clientes no hay trata, pero no: sin prostíbulos, no hay trata.
–¿Creés que el cambio es posible?
–Yo creo que va a costar pero tengo mucha fe. A las Madres de Plaza de Mayo también les decían “las locas” cuando empezaron, y mira ahora. El pueblo se levanta porque el Estado no puede hacer lo mismo. El pibe que está en la esquina que roba y mata, está ahí por culpa del Estado. Lo mismo pasa con las chicas. Si no nos ocupamos de una chica en la calle, después se la llevan a un prostíbulo. Tenemos que hacer algo. Yo lo único que pido es ayuda.
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