ABUSOS y TRATA: cómo Pornhub se convirtió en el mayor influencer sexual de los jóvenes
- Revolución Redactada
- 3 abr 2020
- 8 Min. de lectura

Pornhub es el sitio de pornografía más grande al día de hoy y actualmente abre sus puertas a distintos países del mundo –como Italia, Francia, España y Argentina– repartiendo su contenido pago de forma gratuita durante la cuarentena por el COVID-19. Desde su creación hace 12 años, Pornhub permite ver videos pornográficos tanto profesionales como amateurs, descargarlos y subir videos propios. El acceso es fácil, gratis, rápido y anónimo. En 2019, este sitio tuvo 42 mil millones de visitas, es decir, un promedio de 115 millones por día. El año pasado rompió su récord de videos subidos, situándolo en 6 millones 38 mil. En cada minuto, se subieron en promedio 2,8 horas de contenido: la cantidad de videos disponibles es tan grande que tendríamos que haber nacido en el año 1850 y haber entrado a la página todos los días de nuestras vidas para completarlo.

“La cantidad de visitas diarias equivalen a que las poblaciones de Canadá, Australia, Polonia y los Países Bajos visitaran el sitio simultáneamente”, escribe Pornhub en su revisión del año 2019.
Pero, ¿qué representan estos contenidos? La realidad es que las denominaciones de Pornhub son muy difusas. Según sus reglas, cualquiera puede subir un video pornográfico siempre y cuando sea mayor de 18 años y el acto sexual sea consensuado. Aún así, no brindan ningún tipo de control que verifique ninguno de estos dos requisitos: para registrarse y convertirse en un productor de contenido solo se requiere una dirección de correo electrónico y una foto de una persona sosteniendo su nombre de usuario escrito en un papel. Nada más. Esto da plena libertad a cualquier persona de subir contenido de toda índole, rozando los límites de lo legal y muchas veces pasándolos por mucho.

Cualquier persona puede convertirse en un productor de contenido con solo un click.
Gracias a la clara falta de interés por evitar contenidos violentos y abusivos es que hace solo unos meses encontraron 58 videos porno de una adolescente de 15 años de Florida, Estados Unidos, que se encontraba desaparecida. En estos videos era violada por un hombre de 30 años.
Cuando Pornhub fue consultado sobre esto en su cuenta de Twitter, su respuesta fue que la adolescente era una modelo verificada del sitio. Tardaron sólo unos minutos en entender la monstruosidad declarada y borrar sus tweets, pero la evidencia sigue existiendo y casos como el de esta menor de edad abundan en cantidad: forzadas a tener sexo y siendo distribuidas para siempre por Internet.

Capturas de pantalla de parte de @LailaMickelwait
Es interesante cómo Pornhub se alimenta masivamente de la coerción de víctimas, principalmente femeninas, que son arrastradas por falsas ofertas de trabajo u otros ofrecimientos. Como es el famoso caso de Girls Do Porn, sitio pornográfico y socio de contenido de Pornhub que fue cerrado este año. Según el Departamento de Justicia de los Estados Unidos, este sitio generaba ganancias de alrededor de 17 millones de dólares a base del engaño de mujeres, lo que terminó en una demanda de parte de 22 víctimas en 2016. Aún así, uno de los abogados del caso, John O’Brien, afirma que más de 100 mujeres en esta industria fueron manipuladas.
Los captores atraían a las víctimas a través de falsos anuncios de modelaje colgados en Craiglist, donde además las mujeres podían entrar en contacto con “mujeres de referencia” que supuestamente habían tenido buenas experiencias con la compañía. Las víctimas obligadas a hacer estos videos dijeron ser acosadas, amenazadas y sometidas a humillación pública por los acusados, quienes se aseguraron de que sus círculos cercanos vieran las películas en línea al colgar sus datos en páginas como PornWikiLeaks. Cabe agregar que, de acuerdo a una acusación federal, los creadores de este sitio produjeron contenido de violaciones, abuso sexual y tráfico de menores.

Girls Do Porn siguió siendo socio de contenido gratis y Premium durante cuatro años.
Girls Do Porn obtuvo 672 millones de visitas y llegó al top 20 de los más vistos en Pornhub. Aunque esta demanda se inició hace 4 años, la plataforma tardó tres en eliminar a Girls Do Porn como socio de contenido y, aún así, el resultado nunca fue definitivo: al menos 11 de las víctimas siguen apareciendo en videos del sitio y siendo acosadas en línea por visitantes del mismo.
Casos similares se encuentran en todas partes, como el de Rose Kalemba, una mujer de 25 años que fue violada por 12 horas cuando tenía sólo 14. Varios videos de su ataque fueron encontrados en Pornhub. “Los títulos eran ‘Adolescente llorando y siendo abofeteada’, ‘Adolescente siendo destruida’, ‘Adolescente desmayada’. Uno tenía más de 400.000 visitas”, cuenta Rose a la BBC. Kalemba explica que escribió repetidas veces a Pornhub en un período de seis meses durante 2009, sin obtener respuesta alguna. Ésta llegó sólo cuando se hizo pasar por un abogado presentando una demanda: el video fue eliminado 48 horas después. Cuando Rose denunció esto en una publicación de Facebook, docenas de mujeres y algunos hombres respondieron diciendo que también habían encontrado videos de sus violaciones y abusos sexuales en el sitio.
O, más recientemente, el caso de Avri Sapir, que al día de hoy lucha para que se eliminen videos de pornografía infantil que se filmaron durante su niñez. “A esta empresa no le importa el consentimiento, la edad, la legalidad o la moralidad. Lo único que les importa es el recuento de visitas. No les importan las víctimas, ni la tortura y el trauma que nos causaron al victimizarnos una y otra vez”, escribe en su cuenta de Twitter.

Laila Mickelwait, directora de la organización Exodus Cry contra la explotación sexual comercial, muestra cómo Pornhub admite en una publicación de Reddit tener contenido de abuso infantil en su sitio y crear un discurso de deslegitimación de la víctima que lo denuncia.
Pero vayamos más allá de las denuncias por abuso y tráfico sexual. ¿Por qué el contenido “consensuado” de Pornhub representa también un peligro social? Estos videos son los que moldean una cultura sobre la sexualidad y lo que es aceptable o no. Consideremos que, según estudios, las edades de inicio en el consumo de pornografía son muy reducidas, empezando a los 8 años de edad y siendo los varones los principales consumidores. La socióloga Gail Dines profundiza esto cuando dice que la industria del porno ficha a los consumidores desde temprana edad con la intención de mantenerlos enganchados de por vida.
Muchos de los videos de este sitio se caracterizan por un porno agresivo, hardcore y que infantiliza a las mujeres. Una de sus categorías es “teen/adolescente”, caracterizada por mujeres aparentando ser menores y, principalmente, siendo “desvirgadas” por hombres que las triplican en edad. Es la 12º más buscada en el sitio. Creadores de contenido de esta índole abundan: el ejemplo más claro es el de “Exploited Teens” (adolescentes explotadas), donde un hombre sube videos acostándose con mujeres de 18 años absolutamente todos los días, pero mostrándolas como pequeñas adolescentes. No hace falta aclarar por qué sólo con leer el título entendemos que se refiere a un abuso.
Aún así, el tipo de pornografía que reina en la plataforma es la amateur. Ésta representó la categoría más buscada de todo el sitio en 2019, y se caracteriza por una violencia sin límites. “En el mundo del porno aficionado, sólo eres carne de cañón”, cuenta Rachel, más conocida como la actriz porno Ava Taylor, en el documental Hot Girls Wanted. “El filme siempre es el mismo, siempre es tu primera vez [teniendo sexo]. Y piensas: ‘No sé hacer nada, necesito $500, así que me acostaré con este tipo con quien nunca tendría relaciones en la vida real, las tendré con él y haré cosas que nunca hago’”. Ava sigue apareciendo como una de las principales actrices en Pornhub, con muchos videos suyos, a pesar de que al día de hoy ya no practica la pornografía.
Una de sus grabaciones fue “Manipulando a una virgen”, donde interpretaba a una mujer que tenía relaciones con un amigo de su padre. En toda la filmación, no sólo vemos la infantilización de la actriz al ser retratada como menor de edad, sino el juego que realizan los productores para que ella no muestre puro consentimiento: “Sin que te diga que sí, empiezas a tratar de seguir. No te ha dicho que sí del todo, pero intentas convencerla para el gran sí”, indica uno de los productores al actor porno implicado en el video. Mientras tanto, le explican a Rachel: “Esto es algo clave, nunca te entregas del todo”.
El abuso no sólo ocurre en escena: casi terminando la filmación, Rachel debe hacer una pausa porque dice que empieza a sentir dolor al tener relaciones. Unos minutos más tarde, declara: “Detesté esa última parte. Esto no tiene nada que excite sexualmente. Mucho material porno es así”.
La violencia también se ejerce en la explotación del cuerpo en condiciones que no son aptas. En una entrevista con Revolución Redactada, Ismael López Fauste, periodista español que investigó a fondo la industria pornográfica, cuenta sus experiencias en el tiempo durante el cual funcionó como redactor fantasma de la misma y asistió a diversos rodajes. En esa situación, recuerda el caso particular de cómo lidiaban con la menstruación de las mujeres, utilizando esponjas para parar el sangrado, algo que está comprobado que genera todo tipo de infecciones genitales. “Recuerdo que estaban grabando y de repente vino la regla y se bloqueó la sangre como se pudo sólo para seguir grabando”, explica.

La categoría “adolescente” es la más buscada en toda la industria del porno online.
Y la violencia se repite. Otra categoría que aparece en Pornhub es “Latina abuse”: se caracteriza por una racialización de las mujeres, mostrándolas con estereotipos de la identidad latina y sometiéndolas a actos de sexo oral extremos, al punto tal de que llevan a las mujeres a vomitar y luego tragarse su propio vómito. Estas prácticas dejan a las actrices con dolor, golpeadas y con lágrimas en los ojos de tanto forzar a su cuerpo en estos actos violentos.
Lo mismo pasa en las categorías como el BDSM, siglas que representan a un grupo de prácticas eróticas sadomasoquistas libremente consensuadas. “Es curioso lo difícil que es demostrar agresiones sexuales en la pornografía a pesar de que sea grabado”, cuenta Ismael López Fauste. “Una chica a la que entrevisté tenía 20 años cuando entró voluntariamente a una productora especializada en BDSM. Ella fue agredida sexualmente. Pero, ¿cómo demuestras un abuso en este entorno? Cuando denunció a la productora con la policía, en la productora dijeron que los discos duros se habían borrado”. La evidencia se borra en solo unos segundos.
Estas categorías siguen probando lo que cientos de informes estadísticos plantean: alrededor del 40% de la pornografía presenta algún tipo de violencia contra la mujer, aceptando e incluso incentivando el uso de violencia en las relaciones entre los sexos. Los estudios lo comprueban: aquellos adolescentes que miran pornografía tienen una mayor probabilidad de experimentar prácticas de riesgo, como la tendencia a no usar preservativos, vincularse a agresiones sexuales y consumir prostitución.
Ran Gavrieli, estudiante de género en la Universidad de Tel Aviv, dice que el porno no es una comunicación erótica ni saludable, y en eso podemos concordar: el porno es un género cuya principal característica es la subordinación de la mujer, tanto en la práctica sexual como en su forma de ser. El porno influye en y desde el individuo a la sociedad, a las familias, a las comunidades y a las culturas.
A pesar de la gran evidencia disponible en Internet, Pornhub sigue distribuyendo su contenido y generando ganancias de mil millones por año. Esto lo logra destruyendo a cada minuto la vida de una víctima y aumentando el dominio de un mercado que se basa en la explotación de mujeres. La industria porno no tiene ningún tipo de regulación federal y tampoco se han creado nuevas en la era digital actual. Cada video subido, cada clic nuevo, simboliza la decadencia de una sociedad que cree que empresas como Pornhub tienen algún tipo de intención que va más allá de seguir perpetuando el abuso y tráfico sexual.
En palabras del psicoterapeuta Peter Szil, “la pornografía no lleva a la esperada autorrealización de los hombres solitarios, sino a la manifestación de las formas más repugnantes del odio y de la violencia hacia las mujeres”.
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